A menudo me encuentro con personas que tratan a sus perros como si de personas se tratasen. No se dan cuenta que son animales y como tales responden a su instinto natural para relacionarse con el medio que les rodea.
Nosotros, las personas, nos relacionamos de una forma muy distinta a como lo hacen los perros. Por tanto esperar de un perro que reacciones ante nosotros tal y como lo haría una persona es un gran error.
Los perros son animales que se agrupan en manadas. Por tanto sus reglas son las implícitas en ese tipo de grupos. Hay una jerarquía. El líder de la manada es el que manda y es al que todos siguen.
Si un cachorro entra en tu vida adoptara a la familia como su “manada”. Por tanto buscara un líder a seguir y de no encontrarlo asumirá el mismo ese papel. Si esto ocurre comenzara el caos. Se apoderara del sofá, ira tirando ansioso mientras lo paseas, no te dejara que lo bañes, etc. En resumen tu perro mandara sobre ti.
Si no quieres que esto ocurra, ahora que es un cachorro es el momento de decirle quien manda. Esa bolita de pelo tan graciosa que tienes delante observa todo lo que pasa a su alrededor. Cuál es el ciclo de la casa, cuantos componentes tiene “la manada” y cuál es su jerarquía, cuando están contentos, disgustados o enfadados.
Parecido a un niño pequeño el cachorro necesita explorar su entorno, saber que le rodea y por supuesto jugar. Si no tiene juguetes con los que jugar usara cualquier cosa; las patas de las sillas, las zapatillas, un pantalón, etc. Cualquier cosas que llame su atención.
Es en esta parte donde empezamos a enseñarle quien es el líder de la manada y que cosas no puede hacer en ella. Y para hacerlo hay que recordar que “no es una persona” sino un perro.
Seguramente más de una vez habrás escuchado que cuando un cachorro se hace pipi en casa hay que restregarle el hocico por el pipi y pegarle en el culo. Bien, ¿cuántas veces hay que repetir el asunto hasta que el perro se entera que no hay que hacer pipi en casa? Pues muchas.
El perro tiene que hacer pipi y cuando es cachorro aun más. Tenemos que decirle donde SI puede hacerlo y habilitarle un lugar para ello. Cuando le veamos hacer pipi fuera de su sitio le diremos NO y lo llevaremos al sitio donde SI puede hacerlo. Aprenderá mucho más rápido esto y no estará dando vueltas por la casa para ver donde no le pegan por hacer pipi.
Observando como una madre trata a sus cachorros entenderemos que la violencia es el último recurso para educar a un perro. Como ya comente antes el cachorro está observando todo el día lo que pasa, lo que hacemos, lo que decimos, y sobre todo los gestos y el tono de nuestra voz.
Aprenderá mucho más rápido un NO que un AQUÍ NO SE HACE PIPI. Por supuesto el tono con el que se lo digamos determina la gravedad del “delito”. No es lo mismo una escobilla de wáter mordida que un pipi en el sofá.
En esta etapa, hasta el año más o menos, la paciencia y la firmeza serán grandes aliadas. El perro es persistente en sus fechorías, pero si queremos tener éxito como líder debemos serlo más con nuestras regañinas.
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